¿Por qué es tan difícil comer una buena y anticuada hamburguesa con queso hoy en día? Culpamos a los nutrientes, por supuesto.
- Sep 3
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¿Se acuerdan de los viejos tiempos? Cuando una papa era una papa y un huevo era solo un huevo? Suena a broma, pero si miran cómo hablamos de la comida ahora, todo se trata de las cosas invisibles que hay dentro. Cosas como el colesterol, las grasas saturadas y la fibra comenzaron a abrirse camino en los empaques, empujando a los humildes alimentos fuera de la etiqueta. Fue como si alguien decidiera que una zanahoria no era una zanahoria, sino un sistema de entrega de betacaroteno y antioxidantes. Este cambio de alimentos simples a nutrientes complejos comenzó en los 80, y cambió la forma en que pensamos sobre lo que ponemos en nuestros cuerpos.
En aquel entonces, científicos como Justus von Liebig —el tipo que básicamente inventó el concepto moderno de nutrientes— creían que habían descifrado el código de lo que necesitábamos comer. Él creía que si le dabas a la gente la mezcla correcta de proteínas, grasas y carbohidratos, eso era todo lo que necesitaban. Incluso preparó la primera fórmula para bebés basada en esta idea. Pero resulta que la vida real es un poco más complicada que un libro de química. Los marineros seguían enfermando en viajes largos, incluso con todos sus nutrientes, y los bebés no prosperaban. ¿Por qué? Porque a los científicos les faltaban algunos ingredientes clave.
Fue entonces cuando las vitaminas entraron en escena, un nuevo tipo de "molécula mágica" que podía curar enfermedades como el escorbuto casi de la noche a la mañana. El descubrimiento de las vitaminas hizo que la ciencia de la nutrición se sintiera como una superestrella, y pronto la gente comenzó a creer que estos compuestos invisibles guardaban el secreto para una vida larga y saludable. Pero esta fascinación por la magia de los nutrientes nos llevó por un camino sinuoso lejos de algo mucho más simple, un camino que estaba a punto de volverse mucho más político.