No dejes que el mundo te diga quién eres. ¿Estás viviendo tu vida o la de alguien más?
- Aug 30
- 3 min read
Updated: Aug 31

This Article Is Available In
¿Te ha pasado alguna vez uno de esos momentos «ajá» que te hacen explotar la cabeza? ¿Como cuando descubriste que una cucaracha puede vivir sin cabeza? ¿O que todos somos solo la percepción de una percepción de nosotros mismos? Espera, retrocedamos un poco a eso último. Un sociólogo llamado Charles Horton Cooley dijo una vez: «No soy lo que creo ser, y no soy lo que tú crees que soy. Soy lo que creo que tú crees que soy». Vuelve a leerlo. Es bastante salvaje, ¿verdad? Significa que todo nuestro sentido del yo se basa en nuestra mejor suposición de lo que otras personas piensan de nosotros. Es como si todos fuéramos un grupo de actores del método, interpretando constantemente un papel para impresionar a una audiencia que solo existe en nuestras cabezas.
Esto no es solo una idea extravagante; es la fuerza invisible que dirige nuestras vidas. Perseguimos carreras que no nos importan porque creemos que impresionarán a nuestros padres. Compramos un coche porque imaginamos que nuestros amigos nos juzgarán. Intentamos estar a la altura de lo que creemos que los demás piensan de nosotros, incluso si va en contra de todo lo que realmente valoramos. Nos absorbemos tanto en la interpretación de estas diferentes personalidades – en línea, en el trabajo, con amigos – que perdemos de vista a nuestro verdadero «yo». Nos convertimos en un reflejo distorsionado de los sueños de otra persona, y terminamos sintiéndonos vacíos e infelices. Pero, ¿y si no estuviéramos destinados a ser simples camaleones humanos?
Lo entiendo. Es difícil ir contra la corriente. Mis padres, como muchos, tenían una visión clara para mí: médico, abogado o fracaso. Cuando les dije que rechazaría ofertas de trabajo para convertirme en monje, fue un momento de «¡guau, qué acaba de decir!». Sus amigos susurraban que me habían lavado el cerebro, mis amigos se preocupaban de que estuviera tirando mi vida por la borda. Las opiniones, expectativas y obligaciones (OEO) de todos a mi alrededor eran ensordecedoras. Pero aquí está la clave: ¿y si todo ese ruido es solo polvo en un espejo? ¿Y si tenemos el poder de limpiarlo y finalmente vernos a nosotros mismos?